Primera sesiones (I)
Después del post que os escribí rememorando el inicio de
todo y como Amo llegó a ser Amo, // click aquí para leerlo// me toca explicaros las primeras sesiones. Para
situaros, fue durante todo un verano, en el cuál sólo teníamos una relación
D/S, aparte de nuestra anterior amistad. Estábamos iniciándonos juntos, y yo no
podía parar de sorprenderme de la naturalidad de Amo al actuar, a pesar de ser
sus primeras veces.
Era necesaria la intimidad, no sólo para lo que íbamos a
empezar, sino porqué tengo la mala manía de no gustarme exponerme en sitios
públicos (pero no me voy a adelantar a los hechos).
La cosa es que, días después de aquel encuentro en persona
(ver enlace de antes), nuestras charlas eran aún más continuas y subidas de
tono, por ordenador y por móvil. No tenía sueño, no tenía hambre, y notaba una
energía que me desbordaba, como una pequeña descubriendo el mundo por primera
vez: el aire que respiraba y las sensaciones de mi cuerpo...todo era nuevo.
Como limpio, como enérgico. Cada vez que veía una frase escrita por Amo, mi
corazón daba un vuelco (aún sigo así de taquicárdica...) y desde esas primeras
charlas, que me tenía que ir cambiando la muda de la bragas demasiado a menudo
(o aguantarme muy mojada con ellas más rato del que quisiera). Esto último me
parecía súper curioso y raro: en primer lugar que alguien, sin ni siquiera
tocarme, pudiera excitarme así. En segundo lugar, lubricar tantísimo: ya se que
soy una chica joven y tal, pero aquello era (y es) exagerado....los hilillos
cayendo de mi interior hacía la ropa interior, cuando por ejemplo iba al baño o
a la ducha, eran como en las imágenes que nos pasábamos de internet: muy muy
reales.
Era una cosa así... la foto es de internet!! no mía!! jejeje
Y teniendo en cuenta que con mi ex pareja vainilla, siempre estaba
seca...aquello parecía más arte de magia!! Adiós sequía interna!! Yujuu!. A Amo
también le parecía curioso, y una de sus primeras órdenes de dominio a
distancia, era el mandado de fotografiar mi ropa interior, para comprobar si
realmente estaba tan mojada o era una exagerada. Uf..., aún recuerdo como me temblaba
la mano con el móvil... como me avergonzaba de que Amo quisiera una foto de mis
bragas así de sucias...me sentía aún más sucia que ese trozo de tela! Pero
obedecía, necesitaba obedecer, me agradaba obedecer..., y esa sensación de
vergüenza interna, impotencia y pérdida de control también... (y provocaba más
mojamientos, que implicaban más fotos, en un círculo inicial y pervertido de
personas que tantean el terreno).
La órden tuvo su progresión en un acto físico, antes de
nuestra primera sesión: Amo me pidió que le entregase mi ropa interior el mismo
día que nos viésemos (otra vez con los amigos, en un sitio híper público!)
emmm... hola? ¿Cómo lo iba a hacer? Pues siendo muy mala! Y no mala de
pervertida... ya que si temblaba de fotografiar mi ropa interior, dársela en
público ya me hacía superar la escala Richter de seísmos. Me aferré a su orden,
como el mejor de los abogados, buscando vacíos legales: “la próxima vez que nos
veamos quiero que me des tu ropa interior”, si sabía por el contexto que no se
refería a un sujetador... tan tonta no podía ser. Así que hablábamos de
bragas/tangas. Perooooo, no dijo que tuviese que llevarlos puestos, quitármelos
y dárselos. Su orden tampoco impedía que yo llevase una muda puesta durante
todo el proceso. Es más, en ningún momento especifico que tuviese que estar
usada! Ahí me sentí terriblemente traviesa: iba a tergiversar toda su orden.
Busqué un libro gordito por casa, y el envase de una medias (el típico pack que
es cartón fino y planito, cubierto de envoltura plástica) saqué las medias de
dentro, y metí mi tanga de encaje negro, limpito. Cerré el plástico, y escondí
el paquetito entre las páginas. Me metí el libro al bolso, y me dirigí a la
quedada.
Otra vez Amo allí, otra vez estúpida y sensualmente
atractivo... mierda! Pero ya verás ya!! Él me miraba con sus ojos de lobo, a su
corderita, esperando en algún momento que le entregase su “regalo”. Pero su
cordera era astuta (y guarra) como una zorra. Puse una cara de inocencia
sonriente, y hablé con los amigos como si nada (aunque las piernas me
temblaban). En un momento dado me dirigí a Él y le dije: -Ay mira! El libro del
que hablamos el otro día, te lo he traído para dejártelo.
Su cara era un poema, del plan: ...¿que libro? – pero en
cuanto cayó en la cuenta, sonrío para sus adentros (esas sonrisas que suenan
como “jum jum jum”) y me dio las gracias...hasta que llegó a casa ese día,
abrió el libro dispuesto a hacerse una paja con mi ropa interior, y se encontró
un tanga limpio:
- - Esto no es lo que quería, muñeca...
Así que me gané mi primer castigo, que se haría esperar
hasta esa primera sesión, cuando su casa se quedó vacía. Otra vez me vinieron
los nervios y miedo... por suerte por última vez después de todo lo que sucedió
ese día y que me hizo reafirmarme en que había escogido a un buen hombre como
Amo. Dudaba si podría aguantar, si sería igual la sensación de placer de
imaginarme las cosas a pasar a hacerlas... a ver, era mi amigo de toda la vida!
Pero tenía ese miedo. Él se comportó como un caballero, creo que se merece que
lo diga: me dijo que me iría a buscar, que me llevaría hasta su casa. Que no me
iba a obligar, que podía contarle cualquier cosa que me rayase la cabeza. Y que
si en algún momento quería interrumpir la sesión e irme, que él mismo me
acompañaría hasta mi casa si así lo quería. Estos pequeños detalles dan una
seguridad, creo que necesaria, cuando se conoce una faceta tan íntima de otra
persona.
Llegó el día, me vino a buscar. El camino a su casa fue
larguíiiiisimo, no paraba de rozarme, de tocarme con sutileza. A mi se me
escapaban gemidos y mi cuerpo se estremecía, como si hasta entonces nunca
hubiese tenido sistema nervioso y ese día lo estrenase con exceso de
sobrecargas. Además recuerdo mis braguitas como un lago.... a cada paso que
daba notaba el roce de esa humedad que emanaba, haciendo de lubricante entre mi
clítoris y la tela. Quién me iba a decir a mí que el placer también podría
torturar...
Sólo me faltaba llevar grilletes en los tobillos para andar aún más torpemente...
Por fin llegamos a su casa: en su mesa había preparado un
papel y un lápiz. Encima de la silla y por su cama había trozos de cuerdas y de
sogas, de diferentes medidas. Me recordó que debía ser castigada:
- - Quiero que copies de manera perfectamente recta
“quiero que mi profesor me azote en el culo”.
- - ¿Eres mi profesor ahora?
- - Hay mucho por enseñarte.... mala niña.
Me ató las muñecas con una de las sogas más cortas. Me iba
muy muy a la medida, parecía que se había estudiado de memoria los perímetros
de mi cuerpo. Y así, con las dos manos juntas, empecé a copiar como pude.
Estaba tan nerviosa que ni me senté en la silla. Así que él aprovechó para
meterme mano, lamerme la oreja, el cuello...estaba haciendo una letra
horrorosa. Quise darlo por bueno, “ya está”, le dije.
Él dio un golpetazo en la mesa con la palma abierta - ¿te
crees que soy tonto? Esa línea esta torcida. Repítela.
Pff... si que estaba en el papel, no dudaba, me daba
confianza, y como me estaba poniendo.
Cuando acabé, me subió a su mesa, y me bajó la falda y empezó
a comerme el coño por encima de mis bragas, empapándolas aún más. Tengo una
visión nítida de yo, gimiendo, diciendo entrecortadamente su nombre, sentada
encima de su mesa y sintiéndome super pervertida, con mis manos atadas por fin
por alguien que no era yo misma. Él, de rodillas, con su cabeza entre mis
muñecas atadas, y agarrando fuertemente mis muslos, haciéndome desear que ese
momento fuese eterno. Si intentaba zafarme o retorcerme, mis muñecas atadas
pegaban aún más su cabeza a mi coñito. Estaba todo bastante bien hilado.
Pasaron otras cosas entre medio. No las recuerdo. Sí que
recuerdo que habíamos pactado que él iría descubriendo mi cuerpo según yo me
sintiera segura. Lo primero que me atreví a enseñarle fue el pecho, después de
eso. Me abrió botón a botón la blusa, y tanteó mi sujetador por detrás,
consiguiendo abrirlo y liberó mis pechos. Se los quedó mirando un buen rato, y
los ovacionó –sí que tenías las tetas grandes, si- dijo. Me los lamió... ay
dios!!! Como me estaba poniendo.
En un momento dado, después de ir haciendo cosas así y
charlando, me recordó lo que había escrito en el papel: mi culo debía ser
azotado. Se sentó en el suelo, y me mandó acercarme, a cuatro patas. Obedecí.
Me apoyé encima de sus piernas, y estuvo mirando mi culo, acariciándomelo...
cuando de repente “paam” mi primer azote. Nos preguntamos mutuamente sobre
nuestras reacciones: ambos estábamos encantados. Cayeron más, con más dolor. En
un momento dado que me retorcí y me quejé de uno de los golpes que fue más
fuerte, noté sobre mi vientre su erección más dura que nunca, a través de su
pantalón: sin duda Amo era sádico. Sentí alegría.
Un culo rojo después, el tiempo había volado... quedaba nada y menos para que volviesen a su
casa, y se tenía que recoger todo, y yo tenía que irme.. Antes de eso, me animó
a quitarme mis miedos y complejos, y a probar una cosa. Accedí, me tenía
hipnotizada.
Me desnudó, poco a poco y dulcemente, y me subió encima de
la mesa de su comedor. Empezó a lamer mi cuerpo, desde el cuello hasta el
pecho, entreteniendose, mientras con sus manos me iba masajeando, y llegó hasta
la ropa interior:
- - Déjame quitártela, por favor....
- - Soy fea, no te voy a gustar....
- - Toda tu eres bonita, déjame verte del todo....
Volví a acceder. Me bajó las bragas con ternura, y se quedó
mirando todo mi cuerpo, con la mirada fija, en silencio. Yo estaba temblando,
de nervios, de miedo a no gustarle, de todo lo sucedido...qué se yo...
- - Pareces Afrodita –dictaminó-
Respiré aliviada. También mi
coñito le gustó, rosita y no demasiado grande. Precisamente lo que me había
dado problemas con mi ex, porqué era muy pequeño y el señor “se hacía daño”
(verídico, ya os contaré) a una persona decente, que miraba por mi placer antes
que por el suyo propio, lo vió precioso (y posteriormente descubrí que estando
mejor dotado que el ex/individuo curioso, no le molestaba para nada que le
doliese al metérmela cada vez, sino que me lo descubrió como una cualidad y no
como algo a criticar. Amo siempre vio desde esas veces y veía en mí cualidades
en los defectos que yo siempre me ví.
Volviendo al tema...el sentir su
lengua encima de mis labios, de mi clítoris...uff! me estremezco de recordarlo.
Siempre lo ha comido tan bien....
Al despedirnos, recuerdo que yo
había traído un collar random de perro, escogido deprisa y corriendo con una
correa...porqué me hacía ilusión probarlo con Él, y Él conmigo. No recuerdo en
que punto de esa sesión fui al baño a ponérmelo (pensad que no era mi collar ni
de entrenamiento ni oficial, y carecía de valor que lo tocara yo, estábamos
probando) pero al recoger para irnos, le di la correa en su mano del plan “¿me lo
quitas tú, por favor amor?”. Cómo esto lo dije con los ojos y no con mi boca,
al encontrarse con la correa en la mano, el tiró de ella hacia abajo,
levemente. Y no se cómo ni por qué, pero mi cuerpo entendió que eso significaba
que yo también debía ir hacia abajo, como si me hubiesen entrenado para ello.
Así que al segundo que Amo tiró de la correa hacia abajo, yo me puse al suelo
de rodillas. Sus ojos se pusieron como
platos. Por fin le vi nervioso una vez:
- - ¿P pero que haces de rodillas?
- - ¿Eh? Me lo has mandado tú, tú has tirado de la
correa hacía abajo
- -Si si, ya lo sé...pero me pones...uff.. en un
apuro. Te veo así, y me da ganas de sacármela.
Me quedé en blanco, y tentada, y me sentí muy guarra. No
respondí, quise provocarle, siguiendo de rodillas, cerrando mis ojos y abriendo
mi boca.
- - Nnnn no no no! Aunque me muero de ganas... ¡no!
La sesión de hoy sólo estaba enfocada en tu placer. Si después de esto aún
quieres que nos sigamos viendo así, entonces ya haremos más cosas. De
mientras...voy a ser fuerte, aunque me cueste andar.
Ey! Y cumplió. Dejamos la casa limpia, por primera vez
sentimos esos nervios que nos acompañarían hasta el día de hoy de “¿Seguro que
hemos recogido todo?, ¿no quedó ninguna cuerda fuera? ¿Estaba todo limpio? ¿y
si sospechan?” y me acompañó en mi viaje de regreso.
Aquella noche soñé con Él, me sentía inmensamente
feliz. Me moría por repetir de nuevo.
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<< - Nnnn no no no! Aunque me muero de ganas... ¡no! La sesión de hoy sólo estaba enfocada en tu placer. Si después de esto aún quieres que nos sigamos viendo así, entonces ya haremos más cosas. De mientras...voy a ser fuerte, aunque me cueste andar.>>
ResponderEliminarMuy identificado con eso. Muchas gracias por compartirlo