El inicio de todo
Hace poco, una chica encantadora del grupo de móvil que
tengo sobre la temática bdsm, me preguntó sobre los inicios de mi amo y míos, y
nuestras primeras sesiones.
Es curioso, porqué, aunque recuerdo momentos e instantes muy
vívidos, hay cosas como quién pidió a quién antes ser/hacer de amo, que no
logramos recordar, puesto que todo fue muy a la par, y en perfecta simetría.
Creo que si hay cositas que se me olvidan, aunque sean solo
detalles sutiles, 3 años y 4 meses después, vale la pena dedicar una entrada
del blog a empezar este diario mío desde el principio, que en parte es cuando
se puede decir que empieza la magia: cuando entre dos personas que se conocían
de toda la vida, un día, de casualidad, surge un tema de conversación que
prende la llama que se tornó en incendio.
Era una de esas tantas tardes de quedar con los amigos, a no
hacer nada pero hablar de cualquier tontería. Intentar llenar una vida llena de
vacío y soledad, con la cercanía de la amistad. Como siempre, conforme se fue
haciendo tarde, acabamos quedándonos mi mejor amigo y yo. Él era (y es) de esos
mejores amigos que dan la cara, la vida y todo por ti. De esos que cuando te
pasa algo, y le dices que “no pasa nada” o que “estás bien” te mira a los ojos,
y sabe casi a la perfección que te pasa. Ese, que desde la primera vez que se
pasó de hablar por escrito a vernos en persona, fuimos uña y carne, hace 7-8
años y pico.... Total, ese mejor amigo que es como un miembro de tu familia,
que os conocéis el uno al otro como la palma de vuestra mano. Que os lo contáis
todo... Bueno, todo todo no...
Esa noche que marcó el antes y el después, cenando en un
restaurante de los de comida rápida, salió de su boca una frase, no se en que contexto, que fue el detonante:
- Cuando tenga novia, me gustaría mucho hacerle cosas mientras tiene
unas medias puestas, y rompérselas de golpe con las manos.
Espeeeera, espera espera espera! Para el carro!!! Como que
hacerle eso? Como algo tan... no se, tan salvaje? Mi reacción fue esa. No
porqué me pareciese mal, al contrario...ya andaba quemada de la anterior
relación vainilla en la cuál no disfrutaba nada y me comprímia mi autoestima y
mi manera de ser a más no poder. Era más bien...el descubrimiento! Es decir, yo
siempre hubiese puesto la mano en el fuego de que mi mejor amigo era lo máaaas
vainilla que te podías tirar a la cara. No se, porqué era super caballeroso y
atentísimo conmigo, porque lo veía muy dulzón y mimoso.... Vamos, yo no me lo
imaginaba dando bofetadas, escupiendo, rompiendo ropa con sus manos, o
disfrutando de atar a nadie..
Total, que esa confesión random/espontánea que surgió porqué
si, me activó algo por dentro. Quería saber, necesitaba saber si era solo un
gesto espontáneo de virilidad sexual que quería probar por probar y ya, o si
bien él era como yo, pero al revés. Necesitaba saber si él me iba a entender.
Cuando nos despedimos estuve dándole vueltas mucho mucho al tema. Le iba a
preguntar por escrito, vaya que sí. Iba a abrir skype y le iba a coser a
preguntas. Aunque... el hablar sobre mí...no, eso no. Temía asustarle, es
decir, imaginad que a él sólo le gustaba eso, aisladamente, y que luego me veía
como un monstruo por mis gustos. Total, que estuvimos hablando, una charla muy
muy larga. Al cabo del rato me fue mostrando que el de vainilla no tenía nada,
que desde siempre había tenido unos gustos e instintos muy dominantes, que el
hecho de que me tratara tan suavito no descartaba que con su futura pareja
fuese un dominante. Rondando estos conceptos, que aún no conocíamos tanto, le
confesé lo que sabía sobre mi misma, con nombres y sin ellos: mis instintos
sumisos, como me sentí insultada y humillada (para mal) en la anterior relación
queriéndolos sacar, y siendo tratada como una loca... etc. Y ahi vinieron las
dudas: ¿que le gustará a él? Será lo mismo que me gustará a mi?. Empezamos a
buscar imágenes de internet. Él, para “protegerme” de algún modo, sólo pasaba
imágenes anime/hentai, no de personas (eso vendría con el tiempo). Y hubo una
imagen, una en concreto, que fue la clave. Cuando vi esto en mi pantalla,
enviado por él, morí:
“¿Estás completamente seguro de que te gusta todo todo todo
lo que sale en la fotografía?” Sí –me dijo Él. Y yo morí, porque de los muchos
fetiches que tenía, vi en esa imagen reunidos unos cuantos a la vez. Y allí ya
fue imparable. Siempre decíamos que controlábamos, que sólo éramos mejores
amigos de confesiones, experimentando, conociéndonos, intercambiando dudas...
Esas dudas se volvieron historias unidireccionales: cada uno escribía brevemente y con mucha educación ejemplos de lo que le gustaría hacer con una
pareja hipotética en esos ámbitos bdsm. Luego, nos íbamos animando más, y el
uno completaba las historias del otro. Luego esas historias ya no usaban la
palabra “vagina” sino coño, ni pene sino “polla”, y según la historia, todo el
diccionario necesario. Y así, progresivamente, un día no estábamos creando una
historia de terceras personas entre los dos, sino que nos roleábamos a nosotros
mismos. En uno de esos roles ya apareció la palabra amo, y mi aceptación de
esta. No somos capaces de recordar quién la formuló antes...
Pero claro, a pesar de que ahora parece muy evidente lo que
se estaba cociendo, estábamos protegidos por una pantalla. En una pantalla no
temes probar lo que siempre has deseado, ni rolear lo que surja, porqué sólo
son palabras escritas y fantasías en tu cabeza. Después de una semana hablando
intensamente, quemando el teclado y quemándonos a nosotros mismos, llegó el
momento de otra quedada con los amigos...dónde nos veríamos las caras.
Me entró de todo, miedo, sustos, vergüenza..pánico! No sabría
decir, pensaba que se nos notaría, que los demás lo notarían. También tenía
miedo que esa magia que había por escrito, muriese en persona. De al día
siguiente ver a mi mejor amigo, el de siempre, el buena persona pero
flojito...que no podría dominar ni a una chica en coma (se que Amo se va a
enfadar mucho al leer esto, pero sabe que es al 100% lo que pensaba) y que no
habría química, ni feeling ni nada. Pero al final fui, quedé con todos, quedé
con él. Cuando llegué, estaban todos esperando. Lo vi con camisa y corbata...
pfff, el tío había estado tomando anotaciones... ¿o quizá siempre había tenido
ese aire tan maduro, pero no nos lo mostraba a los amigos? (realmente hubo una
foto rulando por mi móvil, de su colección de corbatas, cuando le dije que no
habría huevos a venir con una...y me dio a elegir entre más de 14. Enmudecí).
Volví a quedarme sin aire al ver que si que había huevos, que de hecho, le iba
a echar un par de cojones a todo. Su mirada, no era la misma: me miraba como un
lobo hambriento, con un pequeño aire de superioridad, combinado con un toque
paternal: algo que te inspira respeto, pero que sabes que te protegerá.
Era muy
raro, mierda... ¿siempre había tenido la misma mirada?. Si iba hacia delante,
me giraba y lo descubría mirándome el culo, y poniendo una sonrisa que jamás en
mi vida había visto a nadie: su famosa desde entonces hacía delante sonrisa
sádica. Hubo un momento en que me hizo
rabiar muchísimo, como siempre hacía. Y yo, como siempre, fui a levantarle la
mano, pero en plan pataleta, como siempre (En plan “para yaaaaa” para darle
golpecitos) me quedé de hielo y paralizada cuando ví que me paró la mano en el
aire, y mirándome de una manera que me congelaba, dicho cht cht cht, moviendo
el dedo de su otra mano de un lado hacia el otro, negándome. No recuerdo que
dijo: sólo se que fue algo dominante, convincente, que me mojó, y que no fue
apresurado ni presuntuoso, ya que el siempre supo ser progresivo. Cuando nos
despedimos, me acompañó hasta mi casa.... era todo tan raro... se entremezclaban
momentos súper cordiales y de amistad, con otros muy tórridos. Estuvimos mucho
tiempo besándonos con los ojos. La despedida fue eterna, me arrinconó en una
pared, con las dos manos bloqueándome el paso, para a ratos, cambiar su mano
por su antebrazo, y dejar esta última libre, para acariciarme, muy muy
suavemente el labio superior, luego el inferior, y llevarse esa mano a su boca,
y besarla.
Yo no pude evitar entrecerrar los ojos... me pareció tan tierno, tan
protector...tan dominante... tan...pfff. Un gesto tan simple, hecho por sus
dedos, me hacía hormiguear todo el cuerpo y me desprendía un calor enorme por
toda la cara. Me había puesto colorada: ha...hazlo otra vez...pp...por favor...
–balbuceé yo, como pude. Así soy yo en la intimidad: tremendamente tímida. En
la calle con los amigos, soy extrovertida, pero en la intimidad...soy como un
gatito indefenso. Eso amo no lo sabía, y ese día lo descubrió: estás deliciosa,
estás para comerte –decía. Le encantaba esa faceta de mí, y a mí la suya de Él.
Ya era imparable, ya pertenecíamos el uno al otro. Todo era demasiada
casualidad: una confianza férrea de años, antes de poder iniciarnos a sesionar,
un 100% de compatibilidad en todas las fantasías, roles y deseos de probar
cosas (y rechazos de probar otras), una mentalidad igual respecto a lo que
buscábamos de una relación amo/sumisa...
Y después de eso...llegaron
nuestras primeras sesiones, y el afianzamiento total de nuestra relación
hasta ahora. Pero eso será en el próximo capítulo, que este me ha quedado ya bastante
largo :p
Comentarios
Publicar un comentario